Caer está permitido. Levantarse es obligatorio

martes, 5 de septiembre de 2006

A Mi Engolondrinado Amigo

He creído que el suceso acaecido hace ya dos noches por parte del señor Pascual merecía un post exclusivo. He creído, basándome en mis fuertes creencias de que la verdad siempre ha de salir a la luz, que relatar lo que me fue dado presenciar en compañía de mi amartelada pareja era mi obligación como ser humano, pero sobre todo, como amigo suyo que me considero. Sé que de esta manera le voy a dar un amplio margen para que pueda ir introduciendo a su enamoriscada compañera, fiel contribuidora de que el mito marmotiano siga adelante viento en popa.

Estos son los hechos: Diana y yo nos dirigíamos en coche al Diversia para cenar algo. Cuando ya enfilábamos la calle que desemboca en la rotonda adyacente a la plaza principal de dicho centro comercial, ví que una calva brillante y deslumbrante (más que lavada, el JAEDM la había pulido), tras haber aparcado el coche, andaba por la acera agarrada de la mano de un ser del sexo contrario al del poseedor de dicha calva. Me percaté de que era una mujer, pues jamás me he imaginado, ni me imaginaré, al señor Pascual cogido de la mano de otro varón (me dan arcadas solo de pensarlo). Además, vi que las caderas del ser acompañante eran más marcadas que las de cualquier hombre. Así que me dije, "¡el Uriel está dando un paseíto con SU JIPI!".

Rápidamente traté de detener el coche allí mismo, pero el hecho de encontrarme en el carril de la izquierda hizo que me inclinara por la decisión de seguir adelante, para en la ya mencionada rotonda dar la vuelta y acercarme a la posición donde había dejado a la parejita apenas 10 segundos antes (si llego a ser taxista, allí que tiro de freno de mano y que se jodan los que vienen por detrás). Finalmente, detengo el coche y abro la puerta. Cuando nuestro afrancesado amigo vio lo que se le avecinaba, la cara descompuesta floreció de manera espontánea en su rostro. Súbitamente, reaccionó y nos presentó, tuvimos unas pocas palabras y decidí no ponerle en más aprietos, así que nos despedimos y cada uno se fue por su lado. Más tarde, comentando la jugada con Diana, me contó algo que yo, por ir conduciendo, no había podido ver. El caso es que mientras iban cogidos de la mano andando hacia el centro comercial, la cara de Uriel se acercó al piercineado cuello de la susodicha, para, acto seguido, darle un enamorado y dulce beso. Como diría nuestro amigo Del Rosal : "¡¡¡TREMENDO!!!"

Conclusión: el hecho de mantener a su ¿novia? durante tanto tiempo en el anonimato facial, que no nominal (porque mira que ha contado cosas de ella, por cierto, todas ellas muy bonitas) ha provocado que nuestras calenturientas mentes hayan imaginado a un ser totalmente alejado de la realidad. Cuando dicha realidad es que parece ser una chica normal, es decir, todo lo normal que se puede ser en un mundo como éste.

Por último, y para quitarle un poco de hierro al asunto, me gustaría que todos tratásemos de recitar el siguiente trabalenguas en voz alta, y se lo repitamos al protagonista de este post:

"El alopécico engolondrinado se quiere desengolondrinar, el desengolondrinador que lo desengolondrine buen desengolondrinador será".

Deseando que todos pasen un agradable fin de verano,

Atticus.

1 Comments:

  • At 5:48 p. m., Anonymous Anónimo said…

    Este comentario ha sido eliminado por el autor.

     

Publicar un comentario

<< Home